ALGO SOBRE CULTURA NARCO

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Las escalofriantes estadísticas que vinculan a grueso número de menores que son victimas o sujetos delincuenciales en el Huila encienden las alarmas: niños y niñas de nuestra sociedad lanzados tempranamente a la prostitución y a la transgresión punible de conductas. Los llamados “narconiños” se extienden por todo el territorio. Ojo padres de familia y líderes regionales.

Victimas de personas inescrupulosas y violentas, redes sofisticas de prostitución conectadas a nivel nacional e internacional y al vaporoso mercado virtual y presencial del sexo, en calles y viviendas, a plena luz del sol y de la luna.

¿Cómo se puede entender que en una región tradicionalmente agraria y moralmente tranquila, otrora, prosperen ahora negocios y ofertas tan sofisticadas? sino es por la práctica de negocios asociados a la cultura mafiosa del narcotráfico.

El narco-negocio trae corrupción y descomposición de valores culturales y de la honradez que antes fuera nuestro máximo orgullo. Propone la mediación del dinero fácil y enlodado, a costa de empeñar el futuro de jovencitos atraídos por la rumba, la vida deslumbrante pero efímera y la tentación de alcanzar de un solo tajo “el cielo con las manos” y solucionar transitoriamente las afugias del hambre, ante la vista torpe de nuestras instituciones.

Un estudio de la Universidad Nacional concluyó que en Colombia existe “cultura mafiosa”, pero no entendida en el sentido tradicional del predominio de poderosos criminales - como los hemos tenido - sino el hecho de que impera la “cultura del atajo”, cada quien busca su propio beneficio sin importar las reglas del juego ni el concepto constitucional de que “prima el bien común sobre el particular”.

Sobreponemos nuestros intereses en desmedro de los demás mediante el olvido, engaño, trampa o ardid; lo hacen los más encumbrados hasta aquellos que se “apropian” de una esquina para “vender minutos, encantos o cuidar semáforos”.

Vivimos en delincuencia que se ha institucionalizado. A nadie parece importarle pero cada vez que pasan las horas nuestra sociedad se hace más intransigente e invivible. Con razón somos reconocidos en el mundo entero (mal reconocidos la mayor de las veces) como colombianos obtusos - mafiosos e intolerantes con “lo público”. Es sabido que carnavales y fiestas, asombrosamente son utilizados como mamparas para desarrollar lícitos e ilícitos asociados al “contra-band-narc. “


Moraleja: si no combatimos las causas profundas que propician y facilitan ambientes delincuenciales, continuaremos encerrando a generaciones de muchachos, por años y años, sin resultados que nos colmen de orgullo.

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