A propósito del cincuentenario

CARLOS EDUARDO AMÉZQUITA Columnista La Nación

16. febrero 2010

La efeméride “Festival Folclórico Cincuentenario” se cumplirá durante todo el 2010. Constituye, sin duda, la ineludible oportunidad para fortalecer, consolidar y proyectar la identidad huilense a todos los escenarios regionales, nacionales e internacionales. Tarea que viene impulsando, con discreción y entusiasmo, la Secretaría de Cultura y Turismo del Huila.

Bueno recordar que desde la Colonia las Fiestas de San Juan y San Pedro han definido nuestra más orgullosa tradición, nacida de costumbres rurales y pueblerinas.
Las Hogueras de San Juan, fiesta muy antigua, aún se disfruta en Europa. En España y Portugal, por ejemplo, se celebra la llegada del verano (solsticio) la noche del 23 al 24 de junio, alrededor de hogueras purificadoras. También sucede en lugares tan distantes como Finlandia y Brasil. Consiste en quemar muebles y trastos viejos en la calle. En Inglaterra y Galicia se hace el día 28.
La fiesta de San Pedro se celebra en honor al patrono de los pescadores. Asisten principalmente gremios de pescadores quienes esperan que él interceda por la buena pesca, la salud y la abundancia (en el Huila no siempre ha sucedido).
Las fiestas de San Juan y San Pedro han conservado este sentido histórico, religioso y carnavalesco, a través de la Historia. Su amplitud e importancia eran enormes en la Edad Media y en el Renacimiento. El mundo infinito de formas y manifestaciones de la risa, los ritos y cultos cómicos, los bufones y "bobos", los gigantes, enanos y monstruos, payasos de diversos estilos y categorías, la vasta y multiforme literatura mímica, etc, se oponía a la cultura oficial, al tono serio, religioso y feudal de la época.
Las fiestas del Huila aún mantienen estos rasgos centrales, son para divertirse y desternillarse. Las bromas y el buen humor son muy comunes. El sampedrito, por ejemplo, es una institución histórica que aún mantiene la intencionalidad de “hacerle pasar buenos momentos” a quienes se desea desagraviar, criticar, ridiculizar o compensar por alguna razón justificada por el pueblo, utilizando las coplas y los “rajaleñas”.
Botón de muestra: (“Tienen la boca chiquita con sabor a miel de abejas, atractivo de la opita y la envidia de las viejas”). (“Y ninguno porque es blanco se crea de su blancura: el papel también es blanco y lo echan a la basura”).

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