Temor al “no ciudadano”

Existe prevención con el espacio público en la sociedad contemporánea. No es espacio protector ni protegido. Aún no ha sido aceptado como lugar para ofrecer confianza y seguridad a los ciudadanos sino para ciertas funciones de movilidad, como circular o estacionar, atropellado por automotores sin Dios ni Ley. Para los arquitectos es sitio residual y/o incremental entre edificaciones y vías.

Usufructuado por “gentes marginadas o independientes”, los “no-ciudadanos”: negociantes, turistas, pasajeros en tránsito, extranjeros, inmigrantes, asilados, pobres, desplazados, indigentes o marginados, delincuentes, incluso por indígenas y negritudes. También por especies “no humanas”.

Los “no ciudadanos” provocan fuerte demanda por servicios institucionales que no son atendidos debidamente por el establecimiento ni por la sociedad civil, causando “déficit y sobreendeudamiento público”. Crea tráfico de influencias, clientelismo, ilegalidad, romerías en las oficinas, falsa competitividad, frustración social y expectativas, etc.

Como economista soy consciente que el presupuesto público sólo define rubros para atender instituciones y programas formales, dirigidos a población formal. Aunque no está claro “qué lo es y qué no lo es”.

Estamos en mora de practicar reformas en las instituciones públicas y privadas que posibiliten ampliar coberturas hasta poblaciones como las de “los no ciudadanos”, que son mayoría en nuestro país. Esto se llama “solidaridad ciudadana”, no “seguridad democrática”.

Al concretar la relación “cultura – ciudadanía – no ciudadanía”, podemos dar cuenta de la dificultad de las sociedades contemporáneas para atender demandas colectivas y demandas de las individualidades, que en épocas de globalización y competitividad son las claves.

Urgente reconocer al campo cultural como fértil espacio para asegurar el ejercicio del ciudadano y el “no-ciudadano”, promover la expresión simbólica del bienestar y del malestar; organizar redes sociales; inventar mercados para la identidad y la diferencia.

Hipótesis: Pasar de la “agorafobia” (temor a plazas públicas, concentración social, malecones, supermercados, iglesias, estadios, desfiles, carnavales, transportes masivos, etc.) a la “xenofobia” (miedo y rechazo a culturas extrañas o diferentes) no hay sino un pelo!

Addenda: “Digas lo que digas, no lo digas 2 veces! Si encuentras que alguien piensa como tú: niégalo. Al que no firmó nada, al que no dejó su foto, al que no estuvo presente, al que nada dijo: cómo van a atraparlo! Borra tus huellas!” (Bertolt Brecht “Manual para habitantes urbanos”, 1932).

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